Una carta a un novio

Uno cuando desempolva un "guardador de cosas" (aquella habitación que existe en todas las casa que se usa para tirar cosas que no sirven pero no se quieren tirar y después pasa el tiempo, aquel objeto inútil deja de tener sentimental y uno lo tira para poder poner otro objeto nuevo) se suele encontrar con cosas muy locas: alguna foto vieja, alguna remera que hace mucho que no veíamos, un muñeco de la infancia (para los que todavía viven con sus padres, los que viven solos se encuentras con correspondencia con vencimiento hace ya varios meses), carpetas, cuadernos, apuntes de la facultad, la foto de una ex novia. También hay quienes se encuentran con cosas útiles pero no para ellos: recortes de madera, goma eva de tres colores, una bolsa llena de tizas, partes de motores.
Yo particularmente tengo mi propio guardador de cosas, que mas que guardador es archivador. Conservo los mas insólitos objetos de las mas pelotudas situaciones. Por citar unos ejemplos:

- boletos de colectivos de cuando viaje en colectivos la primera vez con alguien, desde el amor del momento a la vecina menos querida
- la boleta de los restoranes, detrás suelo hacer una breve síntesis de como la pase durante la cena.
- cada vez que paso por un momento importante, tengo casi obsecion de querer retener ese momento con algún objeto del rededor como una piedrita, la chapita de una gaseosa o una pata de elefante.

Pero claro a uno le pasa que va guardando (algunos dos y cincos también les han pasado que han guardado) tantas cosas que pasan los años y uno ya no cabe en su propio espacio de tantas porquerías que uno fue recolectando (se mudo unos días con el cero). Entonces aparece el objeto que llena todo el guardador. El objeto siguiente sera la señal de hacer una limpieza de la vida que uno ya vivió. Hay que fijarse que cosas ya no tienen valor (las que vemos y tiramos estomáticamente sin preguntarnos en ningún momento si estamos seguros) y las que todavía queremos guardar (las que uno encuentra, se lo queda mirando, se larga un suspiro y se detiene la limpieza por 15 minutos recordando todo).

Bueno, me paso eso y tuve que hacer una limpieza. Y entre otras cosas me llamo mucho la atención una cartita que le había hecho a algún novio en la secundaria. Era un borrador porque yo siempre, por mas que sea una pavada, primero hago un borrador y luego lo paso en limpio (no es joda, hasta lo hago con la lista del super). A continuación, dicha carta:


Hola amor, arranque tres hojas del anillado que me regalaste para hacer una tarea que se va a llevar la profe. Pero me sobro esta hoja, y como el cuaderno me lo diste vos y yo no quería tirar la hoja te estoy haciendo esta cartita.
Estoy muy aburrida, es el recreo que yo me quede terminando la tarea. Mi profesora se llama Silvia. Silvia como aquella suegra que tuve alguna vez. Se llama Silvia Bermejo. Bermejo como esa calle que yo nunca me acuerdo donde esta. No me acuerdo donde esta, como mi culo. ¿Donde estará mi culo? ¿Y el cuello de Michelle donde estará? ¿Donde estará Esther?
Que fea letra que tengo cuando escribo apurada. Como la de un nene de 11 años. 11 años como la canción de Fito Paez, 11-6. 11 - 6 es igual a 5, menos la raíz cuadrada de 4, es igual a 3.
Se termino el recreo.
Te amo mucho
Lucia.



Guau! En una edad en la cual todas las pendejas están en el auge del romanticismo yo tenia el sentido del amor tan marcado como lo tiene un mecánico automotor. Nunca un amorcito, cosita linda, nunca un te quiero-te amo-te adoro durante la lectura, solo al final. Un desastre.
Ya desde muy chica, escuchaba Les Luthier y desde muy chica también me han perseguido las suegras Silvias. Y ambas cosas están comprobadas en este papelucho.


Bueno, por supuesto que la sigo conservando, me pareció muy graciosa y quería compartirla con ustedes.


Disculpen la hora, no es mi culpa, tendrian que ser 12:46 y no 01:46. Pero yo no tuve nada que ver. Fue la presidenta.